El año de la guerra (I)

Hace ya cerca de 16 años, a finales de 1998, llegó a casa en forma de regalo el tomo que inspira esta serie de artículos en la que ni por asomo había pensado si no me hubiera dado por repasar mi biblioteca sin razón alguna hace unos días. Allí estaba, olvidada en la balda más alta, la recopilación del segundo semestre de 1914, hace ahora un siglo, de la revista semanal Nuevo mundo, publicación ilustrada madrileña que lo mismo incorporaba artículos de Ramiro de Maeztu o Ramón López de Ayala, imágenes de la nutrida agenda del rey Alfonso XIII, que anuncios de la última sensación tecnológica del momento: las cámaras de fotografía Kodak.

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Portada de «Nuevo Mundo», jueves, 2 de julio de 1914.

Cien años después, me animo a recuperar aquellas historias que poco distan de las que ahora vivimos, salvo ¿afortunadamente? que no estamos en la antesala de una guerra mundial, como se empezaba a respirar en los primeros días de julio de 1914.

"La tragi-comedia albanesa"

«La tragi-comedia albanesa»

 

Entonces, con frivolidad distante, característica de estas publicaciones ilustradas destinadas a la alta burguesía (que tanto recuerdan a la prensa en papel que ahora se publica en Madrid), se hablaba de una de las crisis en el Sureste de Europa así: «La tragi-comedia albanesa: Durazzo sitiada». La escabechina entre los otomanos y los serbios en la ciudad de Durazzo/Durrës, pocos días después del magnicidio de Sarajevo, era más que un indicativo de lo que estaba por venir en menos de un mes.

Un siglo más tarde, la escena se ha trasladado unos centenares de kilómetros al Este del Mediterráneo, pero el Mare Nostrum sigue siendo escenario de conflictos religiosos, en este caso entre musulmanes y judíos, con un recrudecimiento del conflicto palestino israelí.

Imagen del artículo de Ramiro de Maeztu, "Nacionalismos"

Imagen del artículo de Ramiro de Maeztu, «Nacionalismos»

Mientras tanto, en el país donde se publicaba Nuevo mundo, los intelectuales conservadores como Ramiro de Maeztu se preocupaban hace 100 años por el nacionalismo, desde la atalaya que le permitía su corresponsalía en Londres, pero en su caso para reivindicar (en un denso y farragoso artículo, como se puede ver en la imagen) las esencias del nacionalismo español de aquellos que habían tenido que abandonar su España. De la posibilidad de ese sentimiento entre vascos, gallegos o catalanes, Maeztu no quería ni oir hablar, eso sí.

Y, por su parte, Alfonso, el bisabuelo de Felipe, mantenía una cordial relación con la prensa como su bisnieto. Nuevo mundo recoge con detalle su agenda y dedica su gran foto central a la visita que realiza a un campamento de boy-scouts, a quienes pasa revista como Felipe hace unos días a lo más granado del Ejército español.

En fin, que pocas cosas han cambiado en estos cien años, salvo el mundo de la tecnología. Así, mientras que ahora lo más en cuestión de imagen son las Google glass, en aquel julio de 1914 la estrella era una cámara fotográfica compacta y de bolsillo que permitía la manipulación a plena luz del sol y que llevaba el sugerente nombre de «El sueño ideal». Por la módica cantidad de 192 pesetas, a pagar en 24 cómodos plazos de 8 pesetas mensuales.

Publicidad de la cámara fotográfica "El sueño ideal".

Publicidad de la cámara fotográfica «El sueño ideal».

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