El guardián de la cierva roja

«El guía que la enseña, un tal Pencho Eguizábal, es un puto crack, os garantizo la hora mejor gastada de vuestra vida». Este comentario, tomado de un foro de Internet, en el que se sugiere la visita a las cuevas Covalanas, resume gráficamente la categoría de Joaquín «Pencho» Eguizábal en su trabajo como guía y divulgador de la gruta de la cierva roja, una de las joyas de arte rupestre que se pueden encontrar en la cordillera cantábrica. En estos días en los que vuelve a hablar sobre las pinturas de Altamira, con un futuro incierto para su apertura al público en general, todavía hay un lugar, en el extremo oriental de Cantabria, junto a la frontera con Bizkaia, donde se puede disfrutar de las creaciones de uno de aquellos que vivieron por la zona hace 30.000 años.

Vista parcial del interior de las cuevas Covalanas.

Vista parcial del interior de las cuevas Covalanas.

La cueva, enclavada en un lugar inaccesible hasta que, con motivo de la visita de Alfonso XIII, se construyó un camino de piedras, nunca fue habitada. Se trata, pues, de un lugar elegido expresamente por su ubicación por aquel predecesor artista que se quedó fascinado tanto por el paisaje que se contemplaba desde su entrada (y que sigue siendo el mismo, afortunadamente) como por la singulares formas de la caverna. Pencho Eguizábal, armado de su linterna, se lo explica con pasión a cada docena de personas que participan en la visita, desde hace más de 30 años. Por algo está considerado el mejor guía de arte rupestre de España. Y no lo digo yo, quien me lo dijo hace más de ocho años es un reputado experto en las pinturas del Paleolítico.

Fue en el «off the record» de una entrevista para el diario El Pais con Pedro Saura, autor de la recreación de las pinturas de Altamira que se pueden disfrutar en la neocueva que diseñó junto a la caverna cántabra el arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Saura, como experto en culturas primitivas (la entrevista fue a propósito de su libro sobre las tribus de Papúa Nueva Guinea), conocía bien las Covalanas y por supuesto al guardián de la cierva roja, quizás una de las representaciones más conocidas de esta gruta. Y fue sincero en sus alabanzas al trabajo divulgativo del guía cántabro.

Detalle de la cierva roja.

Detalle de la cierva roja.

Desde que comenzó en esta tarea, Pencho demostró que su interés iba más allá de la pura visita guiada a un lugar de rico patrimonio. Su conocimiento de lo que era la vida y el arte rupestre ex extraordinario, pero la visita nunca es pedante, todo lo contrario: Eguizábal explica la cueva en función de su audiencia. Lo único que se exige es un mínimo de sensibilidad, imaginación y la natural curiosidad humana ante lo desconocido, lo desconcertante, lo misterioso.

Quienes hemos tenido la fortuna de disfrutar de sus explicaciones en distintas ocasiones, sabemos que cada visita es única, porque siempre se descubre un nuevo matiz en esa manada de ciervas brincando junto a otras pastando que con sólo la ayuda de una simple linterna, su desparpajo y su conocimiento descubre día a día el guardián de la cierva roja.

 

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